Horas antes del brutal asesinato de Krishna Aguilera, el narcotraficante Juan “Guatón” Beltrán envió un mensaje inquietante a su círculo más cercano: “Tienen que estar atentos en la madrugada”. Ese fue el inicio de un plan que, según la investigación de la Fiscalía Occidente, comenzó a gestarse en septiembre tras descubrirse una presunta traición.
De acuerdo con los antecedentes expuestos en el Juzgado de Garantía de San Bernardo, Beltrán relacionó a Krishna con el robo de uno de sus vehículos, el cual contenía drogas y dinero. A partir de ese hecho, el imputado habría decidido vengarse de la joven y de otras dos mujeres que, según él, lo habrían delatado.
Los fiscales Marcos Pastén, Paul Martinson y Daniel Ríos-Karl revelaron que el primer plan era hacer que la víctima sufriera una sobredosis provocada, durante una fiesta, para simular un accidente.
Sin embargo, con el paso de los días, la idea cambió: el objetivo final sería matar y enterrar a Krishna Aguilera. Antes de reunirse con ella la noche del 4 de octubre, Beltrán ya había ordenado cavar una fosa en Calera de Tango, al costado del cerro Chena, donde más tarde se hallaría su cuerpo.
Tras salir de una disco en Bellavista, Beltrán llevó a Krishna hasta una de las casas donde operaba su red de narcotráfico en San Bernardo, donde lo esperaban otros sujetos. Según los antecedentes de la causa, la joven fue desnudada, amarrada y golpeada hasta morir por asfixia.